El
Médico de Cabecera
Antiguamente, todos los miembros de una familia eran
atendidos por un médico de familia o médico de cabecera, quien atendía a todos
los miembros de una familia desde los pacientes más pequeños desde que nacían, pasando por los niños más grandecitos en edad
escolar, luego a los adultos y finalmente a los mayores de la familia es decir a los
abuelos. El médico de familia con el tiempo llegaba a constituirse en un
miembro más de la familia, conocía a todos los miembros de esta por su nombre
de pila, y entraba a las casas con la familiaridad de un tío o un padrino.
Muchas veces los hijos de los hijos que el médico de
familia atendía también eran atendidos luego por el médico de familia, de manera que
éste llegaba a atender a dos o tres generaciones de una familia. Cuando había celebraciones
familiares como bautismos, graduaciones o matrimonios, los médicos de familia
acudían a participar de las celebraciones y ya no como médico, sino como amigos
de la familia.
Con el desarrollo de la medicina y el conocimiento cada
vez mayor de las enfermedades, la aparición de nuevos aparatos para diagnósticos
de enfermedades cada vez más complejas, el conocimiento de nuevos tratamientos,
la Medicina comenzó a especializarse y empezaron a aparecer los especialistas.
Y con la aparición de los especialistas el concepto de
médico de familia o de cabecera se comenzó a perder. Los enfermos del corazón
eran visto por el cardiólogo, los del pulmón por el neumólogo, los de riñón por
el nefrólogo y etc. Todo esto asociado a un tratamiento hospitalario en del número
de pacientes en un turno de 4 a 6 horas era muy grande y el tiempo que un
médico le podía dedicar a la consulta a su paciente muy breve. La relación médico
paciente comenzó a perder la calidad que tenía antes. La consultas comenzaron a
ser impersonales, breves y frías. Y ya no se conversaba de todos los temas ni
se trataban temas personales, incluso ya no se veían dolencias de otros órganos
y sistemas sino solo la especialidad del médico especialista. De manera que si un
pacientes acudía al cardiólogo y le comentaba al doctor que está triste y
cansado éste lo envía al psiquiatra y asunto arreglado y que pase el siguiente
paciente.
En el caso del adulto mayor consideramos que se debe de
volver al médico de cabecera, debido a que el adulto mayor tiene varias
dolencias a la vez, generalmente toma varios remedios o medicinas y a parte de
las enfermedades, el adulto mayor comienza a presentar dificultades para
movilizarse, vestirse y muchas veces hasta para alimentarse.
El médico de cabecera no debe de limitarse al diagnóstico
de su paciente y recetarle una medicina, el médico de cabecera debe de ver a su
paciente como a un ser integral, analizándolo completamente desde una visión
bio, psico, social y espiritual. Debe de conocer bien a su enfermo, y debe de
llegar a ser amigo, su socio, su cómplice, su “compinche”
Yo abogo y apuesto por el sistema antiguo del médico de
familia o cabecera que había antes y que se vuelva a la medicina no como una
relación fría e impersonal en donde solo se va por una receta sino por una
medicina personal, cálida en donde el paciente vea que no sólo es recetado con
unas cuantas medicinas sino que es atendido como un verdadero ser humano.
El médico de cabecera puede ser un médico general
comprometido con su paciente, pero de preferencia que será un geriatra ya que
tiene los conocimientos y experiencias en el trato completo y adecuado del
Adulto Mayor.
Hasta pronto si Dios lo permite
Consultas, Servicio de Geriatría de la Clínica Los Andes,
221-0468
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